Un millón de pequeñas piezas

Tanta fragilidad expresada en aquellos rostros que para muchos no son tan familiares, que nos hace mostrar nuestro lado más cruel ante esa variación, como si no fuese parte de nuestra propia humanidad, como si merecieran solo un aislamiento, solo mirando el factor externo, al igual que la gran mayoría, con las mismas debilidades, virtudes y defectos, quizás con un tanto más de sentimientos, estoy dispuesto a asegurar que con muchas más esperanzas que las que cualquiera podría tener, su simplicidad, el hecho de ver la vida desde otra perspectiva no escogida, no planeada, no deseada, ¿quién es lo suficientemente valiente para señalar cualquiera de sus acciones? y quien lo haga, no creo que merezca la compasión de nadie, no es mirarlos como un tabú, como una especie de tribu dispersa, muchísimo menos como una carga, que gratificante para mí el tener un contacto tan cercano, ver todo lo que transmiten sus ojos y sonrisas, como si en el mundo no existiese absolutamente nada más que el impulso para dar el siguiente paso, la motivación para hacer el próximo movimiento, como si en el mundo no existiese nada más que la espera por alguien que te corresponda la mirada y te regale un «hola» quizás eso los haga sentir que cuentan en esta tan condenante sociedad, quizás, creo que no podría saberlo.

Después de esta experiencia, veo con mucho más rechazo y podría decir que hasta con cierto asco los adjetivos utilizados para describir a «personas» que particularmente, para mí son más personas que muchas de las que han cruzado por mi vida, discapacitado, minusválido, invalido, incapacitado, impedido, deficiente, que increíble el odio que me puede generar esas palabras, como podemos etiquetar o encajonar a un ser humano por cualquier impedimento, mi naturaleza de darle mucho más valor a las emociones, sentimientos y sensaciones es lo que me hace verlo desde esta perspectiva, Tal vez alguien pudiese rebatir mi argumento, quizás cualquiera se atreva a preguntarme si he vivido en carne propia el atender todo un día, todo un mes, todo un año y toda una vida a alguna persona con cualquier condición de esta índole, de antemano, mi respuesta será NO, no lo he hecho, puede que me juzguen al decir que no tengo ni la más remota idea de lo que hablo o escribo, que me cuestionen por escribir sobre un tema del que no tengo el más pleno conocimiento, ni del que me ha dejado alguna herida, es muy probable que hasta me tilden de hipócrita o falso, por hacerme ver tan optimista o mostrar mi concepción sobre ciertas cosas de la vida que afectan a muchos, que es una realidad.

De tener la oportunidad cercana de que alguien requiera de mi atención y cuidado de ese tipo, sería como lo dije antes, cercana, de alguien con un nexo tan firme hacia mí, alguien con quizás cierto parentesco consanguíneo o simplemente alguien que se haya ganado mi aprecio, respeto, valor y consideración, solo al tener en cuenta esos factores de unión, es suficiente fuerza para mantener la calma, ser paciente, sonreír ante las situaciones más adversas que se puedan vivir con esa persona, es suficiente motivo para recibirla con la mejor sonrisa, para no desesperar, para que en ningún momento de la vida se cruce por mi mente un pensamiento de abandono a la labor o darme por vencido, si no quieren tomar en cuenta mi argumento por no haberlo vivido, está muy bien por ustedes, por mi parte… siempre diré lo que pienso y como lo pienso, sin decoros, ni medias tintas, esta nueva experiencias me abrió los ojos y aun así no dejo de ser quien soy, mi pasado no cambia, mi presente es este y el futuro siempre será el que yo quiera hacerme, espero que por lo menos a algunas personas, este escrito les haga perder los prejuicios, les haga cambiar la manera de ver a los demás, porque algún día tocara vivir lo que otros viven, estén seguros.

El-cerebro-humano-todavia-sigu_54353793407_53389389549_600_396

~ por mafan82 en 25 septiembre, 2015.

Deja un comentario